Cuando sales de tu casa por vacaciones, o incluso por el día, ¿cierras con llave tus puertas y ventanas? Quizás pusiste una alarma. Cierras tu auto cuando sales de él, aseguras tu bicicleta a un portabicicletas, guardas tus objetos de valor en una caja fuerte y tu dinero en un banco. Tomamos medidas para mantener seguras nuestras pertenencias físicas. ¿Por qué? ¡Porque los valoramos! Nunca permitiríamos conscientemente que nadie nos robara. ¿Por qué, entonces, permitimos que nuestros miedos nos roben tan a menudo? El miedo funciona para mantenernos pequeños. Nos convence para que le permitamos robar una de nuestras posesiones más preciadas: nuestro potencial. En lugar de buscar lo que queremos, ponemos excusas como:
Mal momento
Otra gente
Circunstancias menos óptimas
Soy demasiado viejo/demasiado joven/demasiado
En lugar de huir de nuestros miedos, el Kabbalista Baal Shem Tov enseñó que todos los miedos que tenemos son para despertar un cambio.
Piensa en los miedos que tienes y en las áreas en las que no estás cumpliendo con tus propios objetivos o expectativas. Probablemente hay un miedo al acecho que se interpone en el camino. Luego identifica qué tipo de miedo es. Hay tres tipos de miedo:
El miedo saludable generalmente se manifiesta como una respuesta visceral e instintiva a una amenaza física. Necesitamos este tipo de miedo para nuestra supervivencia y protección. Por ejemplo, si está parado en una cornisa alta, un miedo saludable se activa y le advierte que retroceda. Te mantiene a salvo. Escucha esa voz interior; no te llevará por mal camino.
El segundo tipo, los miedos reales, son inevitables. Todos nos preocupamos por no lograr nuestros sueños. Tenemos miedo de perder a las personas que más amamos. ¿Pueden estos miedos consumirnos? Depende de cómo los enmarques. Los miedos reales pueden empoderarte, por ejemplo, si temes perder a las personas que amas, dedica tu energía a estar completamente comprometido cuando pases tiempo con ellos y aprecia plenamente que están aquí ahora. Si le temes al proceso de envejecimiento, tal vez podrías gastar esta energía haciendo ejercicio y haciendo cambios en la dieta para asegurar que los años dorados sean más saludables. El miedo real puede usarse como una poderosa motivación para usar nuestros pensamientos y gastar nuestro tiempo sabiamente.
Hablemos de los miedos ilógicos. Estas son las preocupaciones que te mantienen despierto por la noche y secuestran tus pensamientos durante el día. ¿Tienes miedo a las arañas? ¿Alturas? cucarachas? ¿Evitas conducir en autopistas? ¿Miedo a hablar en público? Sí, esos también son miedos ilógicos.
Hoy te desafío a explorar esos lugares en ti mismo donde el miedo te ha detenido. Identifica tus mayores miedos y de qué tipo son: saludables, miedosos o ilógicos. Y a partir de ahí, los abordaremos uno a la vez y aprenderemos formas de ponerlos donde pertenecen, ¡que es fuera de nuestras vidas!
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